Ayer Mohamed se me acercó nada más entrar en clase, con el pantalón subido hasta la rodilla y señalando con su dedito:
- Mira.
Observé con no mucha atención, esperando ver una de esas "marcas de guerra" (moraduras, arañazos, golpes, incluso algún mordisco) que tanto disfrutan los niños enseñando.
- ¿Qué? - Pregunté cuando no vi nada de eso.
- Pelitos - Dijo con ese acento tan marcado que mantiene, a pesar de lo bien que habla ya el español - Es que me hago mayor.
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