Hoy la hora de la salida ha sido un poco agobiante. Además de poner chaquetas (ya empieza a hacer frío), repartir mochilas, subir las sillas encima de las mesas y curar a Óliver que se había caído al venir a la fila, tenía que repartir los regalitos del cumpleaños de Elena. Y, como "fondo músical" tenía a tres o cuatro de mis niños que no cesaban de repetir mi nombre tratando de atraer mi atención sobre ellos.
Hasta que les he dicho que me iban a gastar el nombre.
- ¿Y qué haré entonces? ¿Me llamaré Fernanda?
Les ha dado la risa, a todos, menos a Aitana que ha pensado una solución:
- No te preocupes, si se te gasta el nombre, yo te llamaré "amiga"
Sólo por cosas así, vale la pena todo un día de trabajo :)
Maestla