viernes, 7 de diciembre de 2007

Excusas divertidas

"Es que por las mañanas mi lengua se vuelve loca y dice tonterías" (Francisco Javier, después de haber dicho "tonta" a una compañera).

"No quería hacerla daño. La agarré porque creí que era una barandilla" (Jorge, después de haber estirado del pelo a Carolina).

miércoles, 14 de noviembre de 2007

¿Y si se me gasta el nombre...?

Hoy la hora de la salida ha sido un poco agobiante. Además de poner chaquetas (ya empieza a hacer frío), repartir mochilas, subir las sillas encima de las mesas y curar a Óliver que se había caído al venir a la fila, tenía que repartir los regalitos del cumpleaños de Elena. Y, como "fondo músical" tenía a tres o cuatro de mis niños que no cesaban de repetir mi nombre tratando de atraer mi atención sobre ellos.

Hasta que les he dicho que me iban a gastar el nombre.
- ¿Y qué haré entonces? ¿Me llamaré Fernanda?

Les ha dado la risa, a todos, menos a Aitana que ha pensado una solución:

- No te preocupes, si se te gasta el nombre, yo te llamaré "amiga"

Sólo por cosas así, vale la pena todo un día de trabajo :)

Maestla

jueves, 13 de septiembre de 2007

¡¡Quiero bailar!!

- ¡Toma el zumo! -me dijo Patricia alargando su mano con el tetrabrick medio lleno en ella.
- No, Patricia, tienes que terminarlo.
- No, espera, sujétalo...
Yo apenas podía oirla. Desde que, a mediados del curso pasado, nos instalaron un sistema de megafonía en el colegio, la hora de entrada y salida así como la hora del patio se marcan con un par de minutos de música. Y, puesto que estábamos bastante cerca del altavoz, me resultaba difícil entender lo que me decía.
Aún así, sus gestos lo dejaban bastante claro: no quería terminar de beberse su zumo y me lo daba con la esperanza de deshacerse de él y marcharse a jugar.

- ¡¡Es que quiero bailar!!
Esta vez sí que la oí. Quería aprovechar los dos minutos de música para bailar y, en cuanto cogí el zumo, se fue corriendo al centro del patio, extendió sus bracitos y comenzó a girar.

¿Hace falta decir que se "olvidó" de volver a por él?

miércoles, 22 de agosto de 2007

¿A quién no le duelen los "jaujillos" de vez en cuando?

Un día Jorge me dijo que quería hacer pipi. Es normal que me lo digan cuando estamos en clase, porque tienen que acostumbrarse a pedir permiso para salir del aula. Pero durante la hora del patio pueden ir al servicio o a beber agua libremente.

- Pero tienes que venir conmigo - me pidió.
- ¿Por qué, Jorge? Si tú ya eres muy mayor y sabes ir solo.

De acuerdo, técnicamente a los tres años de edad no se es "muy mayor". Ni siquiera a los cinco, cuando están en la clase de los mayores y a punto de ir "al piso de arriba" son muy mayores. Pero se trata de ir favoreciendo su autonomía, que vayan aprendiendo a hacer las cosas por sí mismos.

- No, yo solo no, ven conmigo - insistía, cogiéndome de la mano.
- Pero ¿qué pasa? ¿es que te da miedo ir solo?
- No -me explicó- es que si voy yo solo a hacer pipi me duelen los jaujillos.

Su explicación me desconcertó. Es cierto que desde que estoy trabajando en este pueblo he aprendido algunas palabras que no conocía y que parecen formar parte de un vocabulario exclusivo y casi secreto. Pero esta era nueva. ¿Estarían los jaujillos cerca de la pirindola, otra palabreja que aprendí en otro colegio, en otro pueblo?

- ¿Los jaujillos, Jorge?
- Sí. Es que si hago pipi solo me duelen los jaujillos, pero si tú vienes conmigo no.

Más intrigada que otra cosa le acompañé al baño. Le pedí que se bajara los pantalones (insisto, deben aprender a hacerlo solos) y luego, mientras intentaba bajarse los calzoncillos, un poco pequeños y ajustados para él, señaló con su dedito cómo se habían enrollado y me dijo:

- ¿Ves? Si voy solo los jaujillos se ponen así y me duelen...

martes, 21 de agosto de 2007

¿De verdad no tienes hijos?

Esa pregunta me hacía Marisol un día tras otro. Me miraba con sus grandes ojos negros en los que mezclaba un poquito de curiosidad con un mucho de desconfianza.
Sin duda, yo tenía que estar mintiéndola. ¿Cómo no iba a tener hijos?
- Pues no, no tengo hijos.
- Si yo te he visto con un niño pequeño...
- Sí -respondía yo pacientemente- pero no es mi hijo, es mi hermano.
- Yo creo que sí que tienes hijos...
Y se alejaba para seguir jugando con sus compañeros. Pero al día siguiente volvía a la carga:
- Tú tienes hijos.
- Que no Marisol, que no tengo hijos.
- Sí, claro que tienes.
- No tengo - insistía yo, mientras mi paciencia (y mis respuestas) empezaban a agotarse.

Cuando volvió a insistir, decidí darle una respuesta definitiva. Con 18 años de edad y ninguno de experiencia no tenía muy claro cual sería esa respuesta. Tampoco pensaba que los cinco años de ella me dieran para grandes explicaciones. Así que cuando, una vez más, me preguntó por qué no tenía hijos, le respondí:
- Porque no estoy casada.

- Mi madre tampoco y tiene un montón.

Parece que, al final, ella sabía más que yo :)

Maestla

lunes, 7 de mayo de 2007

¿Cuántas piernas necesita una "maestla"?


La familia de Aitana está pasando por un mal momento. Por eso, el viernes, cuando terminó de "hacer el tiempo" le permití sentarse sobre mis rodillas en lugar de volver a su cojín. Ya había hecho que la rana saltara hasta el charco del viernes, ya se había asomado a la ventana para comprobar que lucía el sol, ya había buscado la palabra "sol" en el panel y la había colocado en su sitio y estábamos a punto de comenzar la asamblea. Pero Aitana no volvía a su cojín y terminó sentada en mi rodilla.

Carolina no estaba muy conforme. Levantó la mano para informarme (por si no me había dado cuenta) de que Aitana no había vuelto a su sitio.

- Ya lo sé -dije yo -pero es que hoy, el cojín de Aitana soy yo.

- Entonces yo también quiero - respondió Carolina.

- Bueno, otro día tú. Hoy está ella.

- Si, pero tienes dos piernas - insistió Carolina, mientras señalaba mi pierna vacía con su dedito.

Ante una lógica tan aplastante, no me quedó más remedio que permitirle a ella también que se sentara en mi rodilla. En mi otra rodilla.


Maestla.

lunes, 19 de febrero de 2007

La existencia (o no) del tiempo.

Ignacio ha dicho hoy que cuando sea mayor será "pusía" (policía) y me meterá en la cárcel.
¿Por qué? Por llevarle la contraria a su madre: su madre dice que el tiempo no existe y yo digo que sí.
No me gusta contradecir a las madres, pero me gusta menos decir una mentira a los niños. Y, cada vez que pronuncio la palabra "tiempo" ("¿quién es el encargado del tiempo de hoy?", "vamos a guardar los juguetes que ya no nos queda más tiempo") Ignacio me recuerda que su mamá dice que el tiempo no existe.
Yo le digo que existe. Que no lo podemos ver ni tocar, pero existe. Y él, con la paciencia agotada, ha terminado por amenazarme con la cárcel.

Ya sé que la existencia del tiempo no es el debate más apropiado para un niño de tres años, pero no fui yo quien empezó :)

Maestla

martes, 13 de febrero de 2007

Delicadeza

"He hecho caquita" dijo Carolina con un hilo de voz y mucha delicadeza.
Y, mientras atravesaba la clase con los pantalones y las braguitas bajadas, añadió, no tan delicadamente "límpiame, que tengo mierda en el culo".

Maestla