martes, 16 de diciembre de 2003

La "crisis Rapunzel" (final)

¡¡Oh no!! ¡¡¡Otra vez estábamos en crisis!!! ¿Qué podía hacer? Bueno, terminamos el ensayo como pudimos, y mandé a los niños a casa (ya era la hora). Le pedí a Raquel que se esperara para hablar con ella. Y le expliqué que su hermano, como era "tan pequeño" y sólo tenía 4 años, tenía miedo de quedarse ciego de verdad. Pero que ella, "como era tan mayor" y ya tenía 6 años, sabía que eso no era verdad. Ella sonreía y afirmaba con la cabeza. "Fíjate, que cosas creen los pequeños. Pero nosotras, como somos mayores, no nos burlamos de ellos. ¿verdad?" Y ella seguía dándome la razón. "Y como somos mayores, y sabemos que eso no es importante, no nos molesta cambiar un poco el final del cuento. Nadie se dará cuenta, y tú y yo sabremos que lo has hecho por tu hermano ¿verdad?" "No". Lo comprendía todo, estaba todo muy claro, pero lo más claro de todo era que o el príncipe se quedaba ciego, o ella no hacía de Rapunzel. De modo que me vi obligada a recurrir a la madre. Le conté lo que pasaba, y pedí su intercesión. Esperaba que ella pudiera hacer algo al respecto. Al fin y al cabo, eran sus hijos ¿no? Pues no. Tampoco pudo hacer nada. Por la noche me dijo que lo había intentado de todas las maneras y ninguno de los dos había cedido. Si el príncipe se quedaba ciego, no había príncipe. Si el príncipe no se quedaba ciego, no había Rapunzel. Y así llegó la mañana del estreno. "¿Nada nuevo?" Pregunté a la madre de los "actores". "Nada" me dijo ella resignada. Yo tenía un plan de emergencia, pero no me gustaba nada. Consistía en convencer a los dos niños (por separado, claro) de que la obra se haría como ellos querían. Pero luego, a la hora de la verdad, yo, que era la narradora, diría lo que mejor me pareciera: ceguera o aturdimiento. El problema era que así, uno de los dos niños salía engañado, sin remedio. Y no me gusta mentir a los niños. Así que allí estaba, montando el decorado y luchando con mi conciencia, cuando se me acercó Raquel y me dijo "Vaaaaale, no pasa nada... que no se quede ciego el príncipe" ¡¡¡Increible!!! ¡¡¡Había cedido!!! Me puse contentísima, y pude hacer la obra sin pelearme con mi conciencia y sin mentir a nadie. Hubo algún fallo, por supuesto, pero quedó muy divertida, los niños muy satisfechos, y los padres muy orgullosos ¿Se puede pedir más?

Maestla

3 comentarios:

Rita dijo...

Que lindo tu blogger Kaa

me encantan tus historias, la de tus niños.. la forma que tienes de contar las cosas.

ojalá que Gabriel tuviera una "Tia" como tú..

Felicitaciones!!!

Anónimo dijo...

Hola Kaa!!!

Me he diveritdo mucho con tus historietas, sobre todo con la de Elena y su novio...

La verdad es que esos pequeños no para de sorprender

Eli-Terrassa

Maestla dijo...

Gracias, Rita y Eli. Es verdad que los niños son divertidísimos y siempre sorprendentes. Me encanta estar con ellos.